"COVID: LAS DOS CARAS DE ABRIL"

Temática: comportamiento, pandemia, covid_19

Medio: El País

Periodista: Delfina Milder

Entrevistado integrante del Programa: Nicolás Brunet


"(...) Hasta el viernes hubo un total de 1.218 muertes por COVID-19 en el mes de abril. Para ponerlo en perspectiva: desde el 13 de marzo de 2020 al 31 del mes pasado, habían muerto 1.015 personas con coronavirus. Solo se requirió un mes para superar un año. Por otro lado, la cifra de contagios pareció dar tregua durante unos días, pero volvió a repuntar: entre el miércoles y el viernes los casos nuevos no bajaron de los 3.000 diarios. Entonces, ¿por qué los parques y la rambla se llenan, casi sin distancia entre grupos, en el peor momento de la pandemia? ¿Qué tanto miedo le tenemos al virus después de más de 400 días conviviendo con un enemigo que no vemos, que muta y se vuelve más peligroso, que motiva testimonios desgarradores sobre la soledad y la muerte?

En el Observatorio Socioeconómico y Comportamental (OSEC) —un grupo dedicado a estudiar los factores comportamentales implicados en la prevención de la pandemia, creado por el psiquiatra Ricardo Bernardi y el sociólogo Fernando Filgueira en el marco del GACH— hacen un intento por aproximarse a esas respuestas.
Según explica uno de sus integrantes, el doctor en Ciencia Social Nicolás Brunet, la percepción de riesgo de la población frente a la enfermedad se mide en una escala de 1 a 7. A esa percepción la atraviesan seis dimensiones que son el eje de las encuestas que realiza el equipo: la preocupación, la probabilidad de contagiarse en los próximos seis meses, la probabilidad de que se contagien amigos o familiares, si el virus va a afectar a mucha gente, la posibilidad de enfermarse ahora y la percepción de gravedad. El primer estudio, realizado entre el 8 y el 29 de febrero, arrojó una percepción de riesgo de 4,53 en esa escala de 1 a 7.

El segundo estudio, realizado entre el 24 de marzo y el 2 de abril —que aún no fue publicado— arrojó un aumento en el índice: de 4,53 pasamos a 4,92. Sin embargo, el dato que más llama la atención es el de la preocupación, que es la única dimensión emocional valorada en el índice. Esta escaló al 74% de los uruguayos, frente al 63% del informe de febrero. Para Brunet, el aumento global del índice de percepción de riesgo “no es gigante, pero es significativo en términos estadísticos”.
¿Pero qué tanto riesgo tenemos que percibir para generar un impacto importante en la conducta? ¿Cuánto es poco y cuánto es mucho? Para dar contexto, el sociólogo menciona que esta misma medición fue realizada en abril del año pasado en 10 países. Quien presentó el índice más alto fue el Reino Unido: algo más de 5. En el resto de las poblaciones estudiadas —desde Japón hasta México— la percepción de riesgo giraba en torno al 4,90. Ningún país llegó al 7. En términos globales, dice Brunet, no hay país que haya llegado a 7. “Estamos en niveles razonables”.

Por otro lado, la percepción de riesgo que tiene la gente es “una espada de doble filo”, señala este investigador del Instituto de Psicología de la Salud de la Facultad de Psicología (Udelar): “En la medida en que la gente percibe más riesgo, probablemente haya un efecto sobre los contagios. Después, la baja en los contagios vuelve a pegar en la percepción de riesgo. Es una relación doble”. En otras palabras, cuando hay menos contagios, el riesgo se percibe menos y viceversa. Aun así, en esta ola que lleva varios meses, llena de incertidumbres y colmada de muertes, en la rambla no cabe un alfiler y las burbujas se mezclan tanto que son espuma, como ilustró Radi. Entonces, ¿qué tanto modifica nuestro comportamiento la preocupación, el miedo a enfermarnos, a que se enferme un ser querido, a enfermarnos quizás hoy mismo? ¿Lo modifica, acaso?

Para Brunet hay una “relación positiva” entre la percepción de riesgo y el comportamiento, pero eso no es lineal y tiene algunas salvedades: “No puedo estar percibiendo el riesgo durante demasiado tiempo y sostener esa percepción durante demasiado tiempo; va a llegar un momento en que me voy a fatigar”. Y allí entra el “excepcionalismo”, que puede explicar, quizá, la resistencia a blindar abril. El sociólogo expone que cuando se tienen ideas contradictorias que generan emociones negativas o conflictivas, se tiende a la excepción. Esto es: ver a un amigo como “una excepción”, visitar a la familia “porque, total, no lo hago nunca” o juntarse a comer un asado con ese mismo sentido de excepcionalidad. “Cuando estos comportamientos se empiezan a sumar, no se cumple la excepción”, puntualiza Brunet. (...) "

Fuente: Diario El País

Ver adjunto el Informe completo.